sábado, 5 de febrero de 2011

Sergio Andrés Rodríguez Aranís, Fran Picón, Andrés Rojo, Diego Aristizabal Fernández,Cecilia Marticorena Zilleruelo, Lorena Nazal Saglie

Una historia hilada en el patio 6 de La Fábrica:

Surrealismo Animal

Érase una vez una colonia de hormigas que quería que su tierra fuese la prometida, más de tanto dar vuelta y vuelta pensaron que era mejor ir al restaurante de los elefantes, pues la tarde donde los gallos era asunto serio y ellas no estaban en condiciones de ser las trabajadoras de siempre. Habían hecho trueque en el camino, los patines a 8 ruedas por comida y agua, pero con eso no era suficiente para enfrentar a los gallos, por lo que decidieron seducir a los elefantes. Y es que los los elefantes, cansados de que ellas caminaran por sus sombras, entendieron qué querían sin necesidad de mayores explicaciones. Rápidamente se organizaron para recuperar los patines de 8 ruedas y así pudieran subir sin problemas la escalera de la pared aprovechando que estaba recién pintada. Pero el tiempo apremiaba y las hormigas comenzaron a subir la pared recién pintada, lo que acusó de inmediato el camino a seguir. 

Huellas blancas de muchos diminutos pies aparecieron en la blancura del muro, delatando su presencia a los gallos que, de inmediato,corrieron a picotearlas una a una. Ellas huían despavoridas, pero no soltaron su preciosa carga, el azúcar de la cocina de la vecina que tanto me amó... Sin embargo, la calle tenía cierto calorcito, los elefantes sudaban mientras corrían a salvar a quiénes les prometieron amarlos a pesar de su colorido con los patines de 8 ruedas en la trompa pero no alcanzaron a llegar. El azúcar se derretía, haciendo más difícil la huida de las hormigas para regocijo de los gallos. Se deslizaban peligrosamente cuesta abajo a gran velocidad cuando de pronto la celosa elefanta se interpuso en la cuesta produciendo un soneto que despertó a los grandes poetas del siglo de oro...

Inmóvil la escena... Hormigas por un lado, elefantes por el otro, y en el medio los gallos sin saber si arremeter.

- ¡Qué haremos con tanto hormigueo! -dijo el que se rascaba la cabeza a dos manos, tratando de salvar la poca mantequilla que le quedaba en el refrigerador.

(Suspirando entre las amapolas, ¿qué pensaría el lagarto?)

Los patines -dijeron los gallos, a las hormigas y los elefaaantes- y un silencio irrumpió. Todos se concentraron en las hormigas... ¡Uf! De reojo vieron que, habiendo poca mantequilla, era poco probable que los gallos se las comieran fritas, entonces decidieron pensar que los elefantes son buenas almohadas.

- ¡Sí, sí, sí, al hormiguero los elefantes! -gritaron eufóricos los vecinos, mientras las hormigas patinaron hacia el norte cantando We are the world.

Es entonces cuando apareció la boa que imaginaba el principito.

- ¡Scuach! NO ME GUSTA M.JACKSON -she said.

Pero la boa amaba a las hormigas.l


En un patín de ocho ruedas una boa es una aventura por descubrir, -pensaron las hormigas...

- ¿Las puedo acompañar? Súbanse con tranquilidad. me sé el coro de We are the world

- ¡Vamos, vamos! -respondieron entusiasmadas con la sola idea de ponerse a salvo de gallos glotones... gallos glotones que eran el plato favorito de la boa con forma de elefante y en patín de ocho ruedas....

Y de ahora en adelante los gallos tuvieron de postre sal nomás, sal y pimienta...
Tiritín tiritero que esta historia...se ha terminado.


.


Y el gato de la vecina se lamió sus bigotes......





5 comentarios:

  1. Podríamos seguir jugando a futuro. Creo que como primera experiencia salió bastante decente.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la invitación, ha sido todo un honor compartir con ustedes.

    ResponderEliminar
  3. tendremos mas juegos, jugarretas y conversas conjuntas, un placer Andrés, Cecilia, una hermosa aventura como ha dicho Fran.

    ResponderEliminar