domingo, 3 de noviembre de 2013

¿Qué será del centro?

   
Sabido es que un sistema electoral binominal, como el que tiene nuestro país, fuerza la consolidación de dos bloques políticos principales, relegando a las demás corrientes políticas a roles secundarios, aportando ideas, propuestas, ocasionalmente algunas figuras atractivas, pero con escasas posibilidades de conquistar el poder.

   Sabido es también que durante buena parte de nuestra historia republicana la política estuvo ordenada bajo el modelo de los tres tercios, con una izquierda y una derecha que alcanzaban el Gobierno en la medida que pudieran captar la adhesión de los votantes de centro, pero la dictadura interpretó que esta fórmula era el origen de la inestabilidad política de los ‘70s y quiso desterrarla a través de un sistema electoral que propende a la formación de dos grandes bloques.   El supuesto era que las corrientes centristas temperarían a estas coaliciones, y así fue en un comienzo, pero con el tiempo el efecto ha sido la erradicación del centro, antes representado por los radicales y últimamente por la Democracia Cristiana y los sectores liberales de la derecha.

   Los hechos muestran que la derecha liberal ha ido cediendo posiciones ante la derecha conservadora, con una RN siendo hegemonizada por la UDI, mientras que la DC ha sufrido el mismo proceso al interior de la Concertación, ahora Nueva Mayoría.   Incluso, hace diez años, el entonces presidente Ricardo Lagos debió intervenir para que los partidos no asfixiaran electoralmente a la DC porque ya se intuía que el hambre por acaparar el voto de centro podía significar la desaparición de un partido que aporta un tipo de doctrina humanista de la que carecen el socialismo, la socialdemocracia y el liberalismo de izquierda.

   Aludiendo siempre a los hechos, ahora resulta que la Nueva Mayoría se extendió hacia el Partido Comunista por razones electorales, con la protesta silenciosa e inútil de la DC que insiste en que el PC repudie a Cuba y adhiera al modelo democrático tradicional.   Luego, en la elaboración del programa de gobierno de Michelle Bachelet, sólo se tuvo la deferencia de declarar que los temas que le resultan incómodos a la DC -matrimonio igualitario, aborto terapéutico, gratuidad de la educación- serían asuntos que solamente van a ser puestos en debate, sin definiciones explícitas previas, pero esa sola mención ya ha significado la reacción de algunos falangistas que constatan que van contra la corriente.  No se trata de la verdad, sino de la corriente de los tiempos, y los tiempos más el binominal afectan las posiciones moderadas.


   En estas condiciones, el futuro del centro parece poco auspicioso y ya comienzan las tentaciones para que la DC se disuelva en favor de alguno de los grupos a su izquierda y su derecha, que no se ven dispuestos a una reforma política que devuelva al centro su rol como moderador.

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