domingo, 13 de marzo de 2011

Muriel Spark, innovadora, truculenta y brillante.

La mujer que lo sabía todo  
Soy acaparadora de dos cosas: documentos y amigos de confianza, decía la señora Spark y de inmediato aumentaba su codicia: adoro los detalles, me fascinan. Amo acumular detalles, son ellos los que crean una atmósfera. Los nombres también, tienen magia. Pero este deleite por lo pormenorizado sólo estaba destinado a sus historias, sólo eran para la ficción porque eligió que su vida privada se contara a través de un cuadro sinóptico, donde sabemos, no hay lugar para esos detalles que tanto le gustaban a la escritora escocesa.
Muriel Sarah Camberg nació en Edimburgo el 1º de febrero de 1918, su padre era judío, su madre presbiteriana y ella se convirtió al catolicismo en 1954 animada por su amigo Graham Greene y Evelyn Waugh. Tenía 19 años cuando se casó con Sidney Oswald Spark (se quedó con su apellido), vivieron en Rhodesia y tuvieron un hijo –Robin, con quien siempre tuvo una relación tensamente lejana y al que decidió desheredar–. Después de seis años se divorció y, dejando atrás marido e hijo, se embarcó en un transporte de tropas y se fue a Londres, donde colaboró en el servicio de información del Ministerio de Asuntos Exteriores, labor –emitía noticias falsas para confundir a los alemanes– por la que recibió la Excelentísima Orden del Imperio Británico. Justo en el centro del cuadro sinóptico las flechas señalan sus novelas (más de veinte), sus poemas (escribió en Curriculum Vitae: “Mi poesía era más sofisticada que mi prosa”), sus relatos, su estudio sobre John Masefield y las biografías críticas de Mary W. Shelley y de Emily Brontë. Abajo, cerrando el cuadro, aparece el nombre de Penélope Jardine, pintora, escultora y amiga incondicional con la que vivió, –hasta su muerte, el 13 de abril de 2006, a los 88 años– en Italia, en un pueblito de la Toscana. Secretaria casual en los comienzos de la amistad, Penélope era quien transcribía los manuscritos de Muriel, su heredera elegida y el nombre de mujer que alimentó todos los rumores: si eran inseparables, eran lesbianas. No hubo nunca una declaración, un detalle, una mueca, sólo la sonrisa ante los bisbiseos.
La autora escocesa Muriel Spark fue galardonada con varios importantes premios a lo largo de su vida entre los que se encuentra el título de Dama del Imperio Británico en el año 1993, el premio T. S. Eliot en 1992 y el premio David Cohen de Literatura Británica en el año 1997.







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